miércoles, 5 de abril de 2017

La Corbeta Unión Grandiosidad Naval y Miseria Gubernamental


En plena Guerra del Guano y el Salitre de 1879, el nuevo gobierno del Perú, representado por Nicolás de Piérola como Dictador, dio el mando de la corbeta Unión al capitán de navío Manuel Antonio Villavicencio Freyre. 

El 12 de marzo de 1880 la Unión salió a su séptima y última expedición en la guerra, con destino al bloqueado puerto de Arica.

En la madrugada del 17 de marzo, la Unión, amparada en la oscuridad y el absoluto silencio a bordo, entró a Arica, navegando temerariamente pegada a la costa y burlando a la escuadra bloqueadora.

La maniobra de la Unión, fue recibida con júbilo no sólo por la guarnición peruana, sino también por las tripulaciones de los buques de guerra extranjeros, que se habían percatado y observado las maniobras de la corbeta peruana.

Los bloqueadores chilenos burlados recién se dieron cuenta de lo que estaba pasando a plena luz del día, cuando la Unión ya estaba descargando los suministros.

Los buques chilenos Cochrane y el Amazonas se unieron al Huáscar y abrieron fuego sobre la corbeta peruana y también sobre el monitor Manco Cápac hasta después de las 2 pm. Ambos barcos contestaron y fueron ayudados por la batería del Morro y las del Norte. 

Las operaciones de descarga pudieron concluir sin dificultades. 

El jefe del Cochrane Juan José Latorre llamó a bordo de su buque a los comandantes del Huáscar y del Amazonas para deliberar sobre la forma de impedir que escapase la osada nave peruana de la rada de Arica. Justo en ese mismo instante, después de las 5 pm, la Unión zarpó a toda velocidad, no con dirección norte como creían los enemigos, sino con rumbo al sur, burlando por segunda vez el bloqueo, lo que suscitó el aplauso de las tripulaciones de los buques neutrales y la algarabía de la población que coronaba el Morro y otros lugares cercanos. Los buques chilenos emprendieron la persecución de la Unión, pero la abandonaron al llegar la noche. 

Tras esta hazaña, que asombró a propios y extraños, la Unión llegó al Callao el 20 de marzo. Había cumplido su misión con éxito, rompiendo dos veces el bloqueo de Arica.

Lamentablemente, Nicolás de Piérola, el presidente peruano, deseaba la derrota de su país en Tacna y Arica, por ello en un acto de grave traición, mandó con la Unión los siguientes pertrechos:

2 ametralladoras (una de ellas malograda); 

400 pares de zapatos

tela blanca en gran cantidad. 

Eso era todo, ni armas, ni municiones, ni alimentos, ni dinero, etc.

Al respecto, el historiador chileno Diego Barros-Arana escribió:

"Los oficiales peruanos de Tacna y Arica, que veían a sus soldados casi desnudos, y que conocían las necesidades del ejército, se persuadieron de que las mezquinas rivalidades de los hombres públicos del Perú, no se habían acallado en medio de los conflictos de la guerra exterior. A juicio de ellos, el dictador Piérola estaba resuelto a sacrificarlos, para evitar un triunfo que debía enaltecer a Montero (el jefe peruano en Tacna y Arica), y que podía ser una amenaza para su dictadura".

No le importó a Piérola poner en alto riesgo a la corbeta Unión, en un sacrificio no útil de su tripulación.

Perú fue abatido en Tacna y Arica, lo que celebró el presidente peruano más que los invasores chilenos.

Referencias: "La Tragedia del 79" libro de Alfonso Bouroncle Calderón.

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