sábado, 7 de febrero de 2015

Atahualpa Fue Rey de Quito y No es Considerado como Rey Inca

HUASCAR - Ultimo Rey Inca

En el Imperio Inca, Atahualpa siempre fue considerado como un advenedizo o traidor al haber usurpado la posición de Rey Inca que ejercía legalmente Huáscar. Por tal razón nunca fue reconocido como Sapa Inca el verdadero rey.

Atahualpa realizó lo que hoy se conoce como un golpe de estado, pero con una crueldad extrema masacrando y exterminando a la realeza inca y poblaciones enteras. Huáscar muere asesinado por Atahualpa.

A la llegada de los españoles el Imperio Inca estaba completamente dividido y gobernado por Atahualpa el Rey de Quito, que usurpaba el cargo de Rey Inca, algo que rechazaba la mayoría de pobladores.

El curso de los acontecimientos favoreció a los españoles que hubieran tenido un escenario distinto con Huáscar como Rey Inca en Cuzco.

Extracto del Libro Noveno de "Los Cometarios Reales de los Incas" escrito por el Inca Garcilazo de la Vega a fines del siglo XVI:

Empieza el autor narrando las grandezas y magnanimidades de Huayna Cápac, el doceavo soberano inca, quien inició su reinado haciendo una visita general a su imperio. 

Tuvo por entonces un hijo, al que después llamó Huáscar Inca, cuyo nombre, que significa soga o maroma (Huasca).

Huayna Cápac tuvo otro hijo, llamado Atahualpa, quien, según afirma el Inca Garcilaso, nació en Quito, siendo su madre la hija del rey quiteño sometido.

Huayna Cápac decidió darle el Reino de Quito a su hijo Atahualpa, pues era su preferido, y Huáscar, que era el legítimo heredero del Imperio, aceptó la voluntad paterna. 

Huayna Cápac tuvo noticias de los españoles que por entonces recorrían la costa norte del Imperio; también sobre las señales vistas en el cielo que anunciaron por entonces la caída del Imperio Inca y el cambio radical de la forma de la vida andina que se avecinaba. 

Huayna Cápac enfermó y murió, y en su testamento ordenó a sus súbditos que obedecieran a los extranjeros invasores que ya se acercaban, pues éstos eran poderosos e imbatibles, de acuerdo a una profecía antigua, que aseguraba que tal suceso ocurriría tras el duodécimo Inca. 

Una vez muerto Huayna Cápac, reinaron sus dos hijos unos cuatro o cinco años en paz: Huáscar como Sapa Inca y Atahualpa como rey de Quito. 

Sin embargo, Huáscar se dio cuenta del error de su padre de dar a Atahualpa el gobierno de una inmensa provincia del norte, pues así quedaba bloqueada la ampliación de la frontera norte por parte de la casta cuzqueña, pues en el resto de las fronteras se había llegado a límites infranqueables, como el mar, las selva y el territorio al sur del Maule, poblado de salvajes. También entrevió que tal partición del imperio contradecía el mandato del primer inca Manco Cápac, que solo admitía un imperio incaico único. 

Para dar solución al problema, Huáscar invitó a su hermano que fuera al Cuzco para que jurara como su vasallo, en aras de un interés mayor como la unidad del Imperio. 

Atahualpa, simuló acatar la orden, pero pidió permiso para llevar consigo a miles de sus vasallos, a fin de celebrar fastuosamente las exequias de su padre, lo que Huáscar, sin sospechar malicia, aceptó. 

Secretamente, Atahualpa ordenó a sus generales que organizaran batallones y que le siguieran sigilosamente en su marcha al Cuzco; solo cuando ya estaba cerca del Cuzco ordenó a sus tropas que enarbolaran sus insignias y marcharan en orden de batalla contra Huáscar. 

Sus principales maeses de campo eran Challcuchimac y Quisquis; sus tropas superaban los 30.000, mayormente soldados experimentados en las últimas guerras de conquista realizadas por Huayna Cápac. 

Huáscar, sorprendido, convocó a sus tropas pero ya era tarde y solo pudo reunir unos 10.000 de los suyos y otras tropas del Contisuyo, que eran inexpertas, mientras otras con más experiencia y número, las del Collasuyo, tardarían en llegar por su lejanía. 

Hubo una serie de encuentros, hasta que la batalla definitiva se dio cerca del Cuzco, en Quepaypampa, donde los atahualpistas triunfaron, merced a su mayor número y experiencia militar. Aquel campo se conoció después como Yahuarpampa o campo de sangre. 

El mismo Huáscar fue capturado y atado. Atahualpa, por naturaleza sumamente cruel, ordenó una matanza de toda la familia de su hermano, sin respetar niños ni mujeres; se describe la manera espeluznante cómo se cumplió esta orden, aunque algunos de la casta cuzqueña lograron salvarse, entre ellos, según cuenta el Inca Garcilaso, estuvieron su madre y su tío, Isabel Chimpu Ocllo y Francisco Huallpa Túpac Yupanqui, que por entonces eran unos muchachos. 

Pero la ira de Atahualpa se cebó también con los criados de la casa real y poblaciones enteras fueron diezmadas. Otro en salvarse fue el que después sería príncipe Manco Inca, otro de los hijos de Huayna Cápac. 

La crueldad de Atahualpa fue tan extremada que en tiempos de la conquista española todavía los supervivientes de la masacre guardaban odio profundo hacia quien consideraban un inca advenedizo o auca (traidor) y hasta dudaban si en realidad era hijo de Huayna Cápac, ya que su conducta contrastaba con la natural piedad y benevolencia de los antiguos incas. 

Es por ello que el Inca Garcilaso, que tenía también sangre inca, no incluye a Atahualpa en su lista de los reyes incas. (Datos: Wikipedia)

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